Resurgir.
UNA LLORADITA…
El año terminó como esperaba. Diciembre tuvo las despedidas necesarias, el caos laboral de siempre y el agotamiento inevitable con el que suelo llegar a las últimas dos semanas del año. A veces me pregunto ¿Qué le pasa a las personas que tienen esa necesidad de verse SI O SI antes del 31/12? Últimamente para mi los días son todos iguales y salvo excepciones, entre las que no se encuentra fin de año, me dan exactamente igual todas las fechas. Pero este año, estas fechas fueron difíciles, y hasta quizás un tanto amargas…
DESDE ADENTRO
La mesa de navidad se armó con la misma cantidad de comida que todos los años. Pero ya no éramos los de siempre… La punta de la mesa este año la ocupó mi papá, y no es que no lo ame, pero todavía esa silla tiene la imagen de mi abuelo. No estaba puesto el canal de Galicia sino que escuchamos los recitales de crónica hasta que mi primito dijo “Ya van a ser las 12”. No es normal que no estemos atentos a la hora, pero creo que todos estuvimos un poco ausentes en esa cena. Una parte nuestra estaba con él, donde sea que estuviera. Dieron las 12 y brindamos, nos costó decir “Feliz” navidad. Pero lo dijimos. También nos abrazamos y lloramos. Creo que está bien llorar. No sé si a mi abuelo le hubiera o no gustado vernos llorar pero está bien a veces hacer cosas que nos hacen bien a los que todavía estamos acá.
Año nuevo tuvo el mismo sabor. Brindamos. Nos deseamos un feliz año con un poco más de ganas, al fin y al cabo creo que todos queríamos que el 2021 se vaya urgente. Y si pudiéramos creo que todos querríamos suprimirlo. Pero por algo pasó. Y por algo las cosas que sucedieron pasaron así…solo que ninguno de nosotros entendió todavía ni ese por ni ese para qué… y está bien… son respuestas que a veces llevan tiempo.
El año que se fue me enseñó mucho y como la vida en sí, me dio y me sacó. Me dio mi cara de nuevo, pero me sacó la suya. Me devolvió mi movilidad e independencia, pero me quitó su ayuda.
Cada papel escrito con su letra me lo guardo. Y cada vez que puedo me esfuerzo para acordarme de su voz, de la que tenía cuando nada obstruía su garganta y de la desgastada de los últimos años. No quiero olvidarme de su voz porque dicen que es ahí, cuando se produce ese olvido que uno deja de acordarse de las personas que ya no están… No sé si eso será cierto, o no, pero por las dudas hago el ejercicio de intentar recordarla todos los días para que no pase.
No tengo terapia desde mediados de diciembre y quizás hubiera necesitado tenerla en esas fechas, o no.. quizás todo lo que necesitaba lo tuve, que fue a mi familia y a mis amigos cerrando un año como cualquier otro en el que todos perdimos y ganamos algo.
El balance por suerte y una vez más fue positivo y mientras eso sea así, creo que se puede sobrevivir.
TE CUENTO
Arrancamos el año yéndonos a la costa unos días con mis viejos. Mi hermana y mi cuñado nos acompañaron solo el 1/1 y el 2/1 pegaron la vuelta para volver a sus trabajos.
Desde la ruta (nueva por cierto, con la autovía recién construida) filmé el ingreso al pueblito que me vio crecer. No soy mucho de filmar, pero hacía dos años que no iba y extrañaba bastante todo, incluso lo que no me gusta. Pasamos por el vivero y su característico olor a Eucalipto. Respiré profundo y disfruté de ese aroma que antes podía sentir desde la esquina de mi casa pero desde hace años que ya no pasa.
Como decía, no soy mucho de filmar, pero esta vez a diferencia de otros años quise filmar y registrar en imágenes cada rincón por si la vida quiere que pase algún año más sin ir… Porque si hay algo que siento que tengo pendiente es haber ido a la casita en el pueblo que me vio crecer una vez más, antes de que él se vaya.
El primer día nos regaló un atardecer de ensueño. Y los dos días siguientes nos acompañó un clima que nos vaticinaba un verano para el recuerdo. Y si que lo va a ser.
Al tercer día mi hermana ya en Bs. As nuevamente, avisa que tenía síntomas de covid. Al día siguiente mi mamá empezó con dolor de garganta y al quinto día mi papá y yo con fiebre… Todo el resto es historia. En cuanto se levantó el aislamiento de mi mamá nos vinimos sin escalas y sin paradas de nuevo a casa. Terminamos el aislamiento y cada uno volvió a su vida, con el sabor amargo de no haber tenido las vacaciones que queríamos pero con la felicidad de haber estado ahí disfrutando de las 4 paredes que mi abuelo levantó con sus propias manos en los años 70. Como si quisiera que nos quedemos ahí con él, nos encerramos 7 días sin salir redescubriendo rincones, recordando anécdotas, recordándolo en silencio…como si esas paredes que nos vieron crecer y reír, esas que nos abrigaron y nos dieron los mejores veranos, fueran una película de los mejores momentos de nuestras vidas.
Mi casa en el pueblito que me vio crecer tiene miles de historias para contar, pero una de ellas es la historia de El árbol de Eucalipto de la esquina. Podría transcribir el texto acá pero mejor los invito a leerlo por acá acompañado de esas imágenes que registré para no olvidarme del árbol, del pueblo, de los veranos, ni de su voz.
… Y A SEGUIR.
Como les decía volvimos a casa a terminar el aislamiento y tres días después mi papá me llevó a mi amado Sanatorio a meterme dentro del resonador por vez número ¿mil?... ya perdí la cuenta.
Haber decidido controlarme cada 8 semanas en vez de someterme nuevamente a la radioterapia y a los corticoides implica una visita al aparato más odiado por mi, más seguido de lo que quisiera. Una vez más fui víctima de sonidos insoportables y pinchazos por todos los pliegues de los brazos y manos hasta encontrar una vena idónea para pasar el gadolinio. Es siempre lo mismo y no es que me sorprenda pero creo que a esta altura tengo derecho a decir que estoy un poco cansada.
Claro que, que esté cansada no implica que vaya a aflojarle ni mucho menos, pero a veces está bueno expresar que lo que me pasa no está nada bueno por más onda que le ponga.
No podía entender esto al principio, pero antes de que mi psicólogo y yo nos desencontráramos por vacaciones, me ayudó a asimilar que una cosa no quita la otra, que ambas pueden congeniar. Así que no voy a aflojar pero me da mucha bronca que esto me tenga que pasar.
Quisiera con todas mis fuerzas no depender de un control oncológico para tomar decisiones en mi vida… y no hablo de cosas complejas sino de cuestiones simples como subirme a un autopista con el auto, irme de viaje cuando quiero, hacer la actividad física que me guste sin que eso implique un riesgo.
Y sé que hay gente que no la cuenta y que en ese sentido no me puedo quejar pero eso no desmerita que lo que me pasa me pasa, y que me pasa a mí y a nadie más.
Supongo que es parte de saber que esto me va a acompañar toda la vida, y que como toda cuestión que sabes que es para siempre, va a tener etapas donde lo llevaré mejor, y etapas donde no voy a querer otra cosa más que no tener que pasar por esto.
También creo que está bien empezar el año tocando fondo, porque eso significa que más abajo ya no se puede ir, y que todos los meses que restan solo se subir, salir, resurgir, y seguir…
#TAMITIPS
Mis tips de este mes son bastante simples.
Primero y principal el Podcast de Juani y María, “Todo es Narrativo” porque si estás transitando la década de los 20 o los 30 vas a sentir que estás escuchando tu historia… Creo que no tengo nada más que agregar… para variar, como todo lo que viene de ellas, es IMPECABLE.
Me cuesta mucho meditar, pero es algo que estoy tratando de retomar porque me hace bien. Descubrí que leer sobre meditar es hermosamente útil y para eso recomiendo el libro “La Luz y La Montaña” de Soledad Urquía … Creo que explica de una forma muy práctica esa dicotomía que se nos presenta a la hora de congeniar nuestra vida terrenal con el camino espiritual.
VEAN Don’t look up. No debo ser la primera persona de la que escuchan esta recomendación, pero creo que es una obra que nadie puede perderse así que insisto a que la miren si todavía no lo hicieron.
¡Bueno, amiguitos! Eso es todo por ahora. Sigo sin poder prometer días ni horarios de entrega pero les recuerdo que si tienen algo que contar, una experiencia que quieran sumar pueden escribirme para que veamos la forma de compartir su historia de forma que pueda serle útil a alguien más. Como digo siempre, cree este espacio como una herramienta que me sirva a mi y a quien se sienta identificado con lo que lee, esa es la premisa de “Una lloradita y ¡A seguir!” y si puedo ser fiel a algo, es a eso.
Decir lo que nos pasa, sana, y si no podemos pronunciarlo, escribirlo siempre puede ser una GRAN opción.
Los dejo deseándoles a todos un gran comienzo en este 2022. ¡Nos vemos pronto!
Con amor.
Tami.