Siguen los amigos que quiero tener.
UNA LLORADITA…
En la entrega pasada aclaré que volvería con una nueva entrega pronto, pero no podía prometerles cuando. Bien que no lo hice, porque noviembre me tuvo complicada al punto que debe haber sido el mes en que menos escribí.
Pero acá estoy para ponerlos al día antes de que cierre el año, porque aunque a veces me molestan no puedo evitar los balances.
DESDE ADENTRO
Siempre me gustó cumplir años, por eso siempre me gustó noviembre. Cumplo el 2 y a diferencia del año pasado esta vez pude juntar a mis amigos en una misma noche a celebrar mis 30 bis. La pasamos lo suficientemente bien como para olvidarme por completo del sabor amargo que tuvieron mis 30. Aunque noviembre venía siendo un mes complicado.
Los estudios anteriores no me habían dado bien. Y si bien me fui al norte sabiendo eso, también sabía que cuando volviera me iba a tener que hacer unos cuantos estudios más e ir a unas cuantas consultas. El 3, fui a ver al oncólogo que me mandó a ver a una radióloga a ver si me podían hacer rayos de nuevo. No me hizo gracia para nada pero fui, porque al fin y al cabo si era lo mejor, lo iba a hacer,
La radióloga vio mi resonancia maldita, la que dio vueltas por cuanta persona quiso verla y me dijo que no iba a tomar ninguna decisión basándose en esas imágenes.
Sentí alivio, sentí que estaba hablando con alguien racional.
Desde agosto hasta mediados de noviembre nadie escuchó mi incansable pedido de volver a hacerme esa resonancia que no le gustaba a nadie. Nadie parecía entender que lo que no me gustaba a mi era que juguemos a arrimar el bochín con MI cabeza. Pero ahí apareció Mara (la radióloga) que se dignó a darme una orden para que vaya a hacerme una nueva resonancia y empezar de cero.
Cuando le conté a mi oncólogo me hizo ir a verlo, acompañada.
Creo que a nadie lo deja tranquilo que le pidan ir a una consulta acompañado… Pero como ya entendí que él fue criado a base de novelas de Andrea del Boca, decidí no preocuparme e ir. Al final en la consulta manifestó coincidir con la decisión de Mara, y dijo que me pidió ir acompañada porque no quería que me quedaran dudas con su Opinión. De más está decir que me acompañó mi madre, que cuando salimos me dijo “Es un pelotudo”, porque yo no soy madre, pero supongo que no debe ser fácil que un médico por mail le diga a tu hija que vaya acompañada a una consulta, y que por más que tu hija se lo tome tranquilamente, vos, siendo madre, no puedas. Igual, si esto llega a manos de mi Oncólogo solo quiero que sepa que no creo que sea un idiota, solo que se llevó a marzo la materia en la que te enseñan a dar noticias de mierda que, a decir verdad en su especialidad, deben ser muchas.
El viernes de esa semana exactamente después de DOS años (Y CUANDO DIGO EXACTAMENTE ES LITERAL), volví a ver a Diego. Y acá empieza la parte del relato donde hablo de esos amigos que, no importa cuanto tiempo pase ni a cuantos KM vivas, están y obviamente uno está para ellos. A diferencia de todos nuestros encuentros anteriores, yo hablé mucho menos de lo que habló él y para variar, fue sensacional, escuchar sus proyectos y ver que alguien más se abraza a las cosas por venir, te hace entender que no estás sola en esta cruzada. Diego SIEMPRE estuvo ahí para mí, pero cuando me enfermé pese a no verme por la pandemia, estuvo ahí mucho más. Lo abracé cuando llegué y lo abracé cuando me fui, porque nuestras despedidas siempre son un hasta luego, pero nuestros hasta luego nunca sabemos cuánto demoran pese a saber, que en algún futuro sucederán.
El 17 de noviembre a las 3 a.m. me levanté porque a las 5 tenía un turno para ir a hacerme el estudio en el mejor resonador del país. Esto lo cuento no como alarde, sino para concientizar de que yo SE QUE TENGO SUERTE, de que mi vieja labura donde labura y conozca la gente que conoce y soy muy consciente de que soy parte de una pequeñísima minoría. Y así y todo, los medios, y las posibilidades, no nos eximen del miedo y las adversidades.
El 19 de noviembre me tomé un micro con destino a Rosario, al lado de mi mejor amiga. Ese viaje me hizo olvidar que en 5 días me daban los resultados de un estudio que iba a determinar varias cosas…
TE CUENTO
La última vez que había ido a Rosario fue con Rita, en Julio de 2019. En ese viaje la vi a mi hermosa amiga Macarena que hacía ya 5 años que no veía. Pero Macarena es de esas personas con las que podes tener una amistad que sobrevive distancia y tiempo, porque cada vez que nos vemos es como si nada de eso existiera entre nosotras. Durante el pico de mi enfermedad, ella siempre estuvo ahí y sé que si no hubiera sido porque el pico de mi enfermedad y el de la pandemia se juntaron, ella hubiese estado mucho más cerca. Cuando me enfermé, le prometí que al primer lugar al que iba a ir cuando pudiera viajar era a verla, y no cumplí, porque primero fui al Norte a conocer a mis amigas escritoras. Dos días antes de tomar el vuelo a Tucumán mi mejor amiga me contó algo bastante triste que le estaba pasando y dijimos que cuando volviera íbamos a organizar una escapada o un viaje a donde sea, porque aunque íbamos juntas a la escuela, nos hicimos amigas estando de vacaciones en la misma playa y nos debíamos repetir un poco de esas épocas.
Volví del norte, fui a su casa y sacamos un pasaje a Rosario para el 19 de Noviembre.
Reservamos un hotel en el centro, con pileta, porque Rosario a partir de octubre ya tiene un clima que te habilita a hacer uso de ella. Ese mismo día nos fuimos al Rock & Fellers de Oroño apenas abrió el Happy Hour y esperamos a que Macarena llegue. Fue instantáneo, porque cuando me quise dar cuenta Macarena y Ailén ya estaban a las carcajadas limpias. Siempre pienso que es bastante difícil que tus amigos se lleven mal o no se lleven entre sí porque por algo son tus amigos.
En mi cumpleaños mis amigos de distintos grupos, se conocieron y se complementaron como si fueran amigos entre ellos. Sentí que uno de mis más grandes sueños se estaba cumpliendo. Incluso, en el medio de la noche, coordinaron un viaje en Carnaval que aún sigue en pie.
Lo mismo pasó en Rosario. Esa noche Ailén y Macarena ya parecían íntimas y las amigas de mi amiga local, nos invitaron a ir a pasar el día siguiente con ellas a la casa de una de las chicas (Chicas que yo conozco desde que tengo 16 y empecé a irme a veranear a Rosario).
Obvio que fuimos, pasamos un día increíble. Pasamos un fin de semana increíble. Conocí a Julia, otra de mis amigas escritoras,y me reencontré después de 8 años, con los hermanos de Maqui; pero, para variar, el tiempo, cuando tus amigos son como tu familia, no pasa y la distancia no importa.
El finde estaba terminando y las despedidas son feas, pero no saben tan amargas cuando son un Hasta Luego…. y esta fue eso, un hasta luego porque la vida hace sus cosas y resulta ser que “en el mismo sitio y a la misma hora” (como dice mi sevillana preferida) vamos a coincidir frente al mar.
No pude ver a Sofi, ni a Bibi, pero está bueno que te queden cosas pendientes, porque si bien no necesito excusas para volver a Rosario, irme de ahí es como abrazar a Diego: siempre es un hasta luego, solo que no sé cuando se va a concretar.
NOS CUENTAN
Hace poco una chica que sigo en instagram subió en sus historias una foto de ella desde un sanatorio, conectada a 500 cablecitos y bolsas y vías y cosas horribles que pasan cuando te internan. Contó que la habían operado de un tumor en la “nariz” y le habían diagnosticado Síndrome de Cushing. Se dio cuenta porque la fisonomía de su cuerpo empezó a cambiar, porque empezó a estar fatigada, y a salirle estrías de gran volumen y color distinto. El síndrome de Cushing no es muy conocido, Mili tuvo suerte de que su tío sea médico y no la dejara en el simple diagnóstico de “son síntomas del pos parto”. Los síntomas son mayormente físicos, y ante su aparición es muy fácil dejarlos pasar, normalizarlos o neutralizarlos. Ella no lo hizo, pese a querer compartir cada segundo con su bebita nacida hace muy poco, juntó valor; se sometió a cuanto estudio debió y fue diagnosticada. Tenía un tumor en la hipófisis, que tuvieron que sacarlo.. y ahí empezó el baile.. Baile que no paró de bailar en ningún momento.
Mili es otro ejemplo de escucha activa de su propio cuerpo. Otro ejemplo de priorizarse para poder darte al 100% en todos los demás aspectos de tu vida.
Otro ejemplo de valentía… Sí, valentía, porque les aseguro que Mili tuvo miedo, que lloró, que se preguntó un sinfín de veces si someterse o no a todo ese proceso. Porque quienes tuvimos o tenemos cáncer, sabemos que esto es un día a día. Al igual que yo, pasó por la fase en que decís “lo físico no importa”... En sus palabras reconocí las mías, y le escribí para regalarle las de mi mejor amiga “Si importa, porque la que se ve al espejo y lidia con eso, sos vos” y por más que sea banal y por más que tengamos claro que lo principal es la salud, solo ella, yo y quien más quieran que haya pasado por algo similar, sabe lo que te desmoraliza no reconocerte en el espejo. Solo quienes estuvieron en esos zapatos entienden que obviamente lo más importante es ganarle a nuestro enemigo pero que toda la garra que le ponemos a veces flaquea cuando sentimos un tirón en la piel y nos contamos una estría nueva.
Por suerte Mili ya está bien, después de su cirugía tuvo que volver a internarse por un par de complicaciones, pero está bien, y va a estar mejor, porque ella es un ejemplo de que, como indica su nombre, los Milagros existen.
… Y A SEGUIR.
Retomando el tema estudios, como ya me habían dicho anteriormente, hay una recaída de la enfermedad… Hay una mancha debajo de unas células en otro lugar diferente a donde está la lesión principal. Me mantengo en mi postura: a lo que sea le voy a hacer frente. Lo bueno dentro de lo malo es que como es pequeño y al menos, hasta ahora, la actividad de esas células se mantienen bastante “dormidas” puedo darme el “lujo” de no hacer nada y controlar cada 45 / 60 días… La otra opción es hacer rayos… Rayos que por el tamaño de la lesión nuevamente pueden afectar células sanas, rayos que pueden nuevamente no eliminar el 100% del tumor, rayos que vienen acompañados otra vez de un cansancio feroz, de pelo que se cae, y de nada más y nada menos que los odiados corticoides.
Son dosis más bajas, dijo el oncólogo… Y está bien, de tener que hacerlo lo voy a hacer, pero si puedo esperar para volver a encontrarme con ellos, elijo esa opción. La elijo por más que signifique estar en estado de alerta 24/7, por más que implique salir corriendo a la clínica por un bajón de presión que crees que es una convulsión y termina siendo un pico de estrés. La elijo porque por más banal que suene, mirarte al espejo y reconocerte no es poca cosa. Volver a tu vida independiente, en tu casa, en tu espacio y poder limpiar todo, cocinar, hacer tu cama etc. sin ayuda NO es poca cosa. La elijo porque poder caminar 3km, resistir a dos clases de pilates por semana y subir y bajar la escalera de tu casa sin ayuda y sin agarrarte no es poca cosa. Bañarte y no quedarte con manojo de pelos en la mano, ponerte sandalias, remeras, que no te entraban y pasar frente al espejo sin bajar la mirada, no es poca cosa.
De hecho es mucho.
Mi yo entera. Esta de acá abajo dijo que le iba a hacer frente a lo que sea, y le hizo.
Pasó un año y medio desde ese momento, y esta yo un poco distinta, algo rota, y dolida resistió un 2021 que hasta agosto le dio tregua en su salud, pero el mes 8 vino con todo para ella y para los suyos. Agosto se llevó a mi abuelo y con él, una parte de mi; lo que quedó acá se enfrentó a un diagnóstico horrible que indicaba esta recaída. Lo que quedó llegó a Diciembre bastante íntegramente. Llegó a diciembre, una vez más haciendo frente a lo que haya que hacer, rodeada de amor, de los amigos que quiere tener y viéndose al espejo RE-encontrándose.
#TAMITIPS
Se va terminando el año y también ésta edición. Mis tips para estos próximos días son bastante más humanos que materiales:
Sigo sosteniendo que la sonrisa como estandarte es una actitud que nos lleva mucho más lejos que el ceño fruncido. A veces no es fácil y si hay algo que llevo aprendido de todo esto es que pedir ayuda no es de débiles, sino de valientes.
Antes de entristecernos por quienes ya no están, pensemos que no sabemos dónde están, y que es muy egoísta pensar que este es el mejor lugar del universo para estar. Y si no quieren irse tan lejos, simplemente piensen si esas personas quisieran vernos tristes por su ausencia.
En los talleres de Juani, para esta época del año, hacemos dos ejercicios:
1- Le escribimos una carta a nuestro “yo” del año pasado. Nos hablamos a nosotros mismos y decimos todo lo que hicimos mal, y lo que no tanto. Lo que aprendimos, lo que dejamos pasar.
2- Hacemos una lista de objetivos, metas, y deseos para el año que viene. Si quieren con los objetivos y las metas ser más realistas, bienvenido sea… Pero en los deseos/sueños, déjense llevar … ¡sueñen en grande!
Si tienen ganas de no sentirse solos en este tipo de ejercicio, y quieren experimentar con las palabras pero no pueden comprometerse con la escritura por falta de tiempo y/o fondos, Todo Nuestro Todo Tuyo, ahora está en Patreon y desde ese espacio les brinda múltiples posibilidades de acercarse a las palabras según sus gustos (y bolsillos).
No dejen de escuchar a su cuerpo y hacerse los estudios que les correspondan, siempre SIEMPRE es mejor SABER y cuanto ANTES mejor… Acuérdense, que yo “Fui al oculista” por una simple molestia en el ojo, y que Mili “no bajaba de peso por el pos parto”.
Disfruten las fiestas si las celebran, lloren si hay que hacerlo, pero siempre miren para adelante. La vida, para los que todavía estamos acá, sigue. Como diría Queen: Show must go on.
No tienen que ser snobs del cine, la literatura o la música: a veces una playlist de los palmeras para limpiar, un capítulo de un libro de Cecelia Arhen y una peli de Hugh Grant (Si, Notting Hill o Love Actually) son un mimo necesario al corazón.
¡Bueno, amiguitos! Eso es todo por ahora. Como dije en la entrega pasada, no puedo prometer días ni horarios de entrega; y agrego que tampoco puedo prometer continuar con el esquema habitual. Cree este espacio como una herramienta que me sirva a mi y a quien se sienta identificado con lo que lee, esa es la premisa de “Una lloradita y ¡A seguir!” y si puedo ser fiel a algo, es a eso.
Las estructuras y los plazos muchas veces condicionan y nos hacen volcar palabras deshonestas, vacías solo por el hecho de “tener que” hacerlo. Si este espacio tiene la finalidad que yo propuse pienso ser lo más honesta que pueda con ustedes, y si quiero ser conducente con ello creo que lo mejor es no prometer lo que no sabemos si mañana vamos a poder cumplir.
Los dejo deseándoles a todos un gran fin de año. Ojalá el balance de este 2021 que se va, les arroje un saldo positivo.
Con amor.
Tami.